Una sed infinita de beber en los cauces de la "verdadera poesía" impele a Julio Pérez Tejera a no cejar en su tarea creativa. Él recorre, sin estridencias,, con su mochila repleta de pálpitos e ilusión, la senda que tantos y tantos poetas, preocupados por el sentido de la labor poética, dejaron insinuada en la superficie de la mar. Sigue su estela quebradiza y, como ellos, camina a tientas sobre las aguas de su propio piélago poético, sin hundirse, con la mirada hendiendo la calígine que borra el horizonte donde reverdecen los campos de la tierra de promisión literaria, sabedor de que la poesía, la verdadera ondulación lírica, reside en el amor, en el esfuerzo y el sacrificio.

Julio Pérez Tejera cumple sin duda esta triada de requisitos y en este poemario ofrece al lector la emoción y la vibración líricas que rozan los ámbitos de aquella "verdadera poesía" que camina al lugar eterno y simpático de la verdad y el amor, invitándonos a recorrer con él la estela dorada que la hogaza solar dibuja en la superficie de la mar desde el poniente.

Y lo hace desde el veril, esa orilla amable y a veces doliente desde la que contempla la mar, esa orilla a la que arriban los recuerdos a golpe de olas, la misma desde que partió la ola que se fue para siempre, llevándose con ella su sueño más anhelado.